martes, 30 de agosto de 2011

EL HIERRO. UNA JOYA MUY NUESTRA


Autor: María José Espinosa

Hoy quiero honrar mi tierra, porque sí, porque creo que tendemos, o al menos yo lo hago, a desear destinos lejanos, cuanto más exóticos mejor, cuando nos sentamos a planear –o a soñar- un viaje. Muchas veces he oído decir: “es que esto lo tengo siempre aquí y en cualquier momento puedo ir, pero lo otro, quizás esta es mi última oportunidad”.
Y no digo que sea malo viajar hasta el confín de la tierra, ¡¡qué va!!, pero también hay que acordarse de nuestras joyas y El Hierro, esa isla pequeñita que podría pasar desapercibida en los mapas si uno no sabe buscarla, es uno de esos lugares maravillosos que tenemos aquí al lado, al alcance de la punta de los dedos y que encierra un verdadero tesoro.
Un tesoro de paisajes únicos, de rincones inolvidables, de gentes amables, de buena mesa y, sobre todo, tan nuestro… Y, sí, señores, lo tenemos muy a mano para cualquier ratito, así que, precisamente por eso, vayamos a darnos un salto hasta la isla vecina y descubramos sus secretos.
Durante mucho tiempo esta tierra fue el último punto conocido del planeta. A partir de aquí el océano se acababa y se abría dando paso a un abismo repleto de monstruos terroríficos. Y, claro, siendo así, ¿quién se hubiera atrevido a nadar por estos alrededores? Hoy en cambio, a los herreños se les puede llenar la boca al decir, con orgullo, que esta isla tiene uno de los mejores fondos marinos del mundo y que su costa atrae a submarinistas de todo el planeta por su riqueza marina.



El Hierro es la más pequeña de las islas Canarias, y aún así, tiene una variedad paisajística que no tiene nada que envidiar a ningún otro destino. Porque, ¿dónde encontrarías la originalidad de unos árboles retorcidos por años y años de embates de viento que podrían haberse sacado de un película sobre otros planetas? Pues no hay que irse muy lejos, con acercarte al sabinar lo podrás disfrutar con tus propios ojos.
Y ¿qué decir de su laurisilva, de sus campos de lava, de sus acantilados y calas recónditas, de sus formaciones volcánicas como cuevas y tubos volcánicos? Aquí mismo están, para recorrerlos y sorprendernos por su exotismo. ¿Qué quieres viajar en el tiempo y pensar que has vuelto a la era de los dinosaurios? Vale que no son tan grandes y temibles, pero ciertamente son únicos: son los lagartos gigantes.
Que no se me olviden sus pueblos, sus gentes, sus fiestas, hay que verlo todo, o simplemente retirarse a pasar unos días tranquilos lejos del ajetreo diario paseando por Valverde, dándose un baño en el muelle de la Restinga, peregrinando a la ermita de La Candelaria, tomando el sol, caminando por sus senderos, tranquilamente, sin prisas, para poder saborearlo todo con calma… Esto es un paraíso y no debemos dejar de descubrirlo.
Cuando fui al Hierro era una niña y mis recuerdos están difuminados por el paso del tiempo, pero hay algo que se me quedó grabado en la mente y fue la historia que me contó mi padre sobre un árbol mágico para los bimbaches (los antiguos pobladores de la isla), un árbol que lloraba. Irónicamente no llegamos a visitar esa zona y es algo que tengo pendiente, porque quiero ser testigo de cómo Garoé atrapa el agua de las nubes y las convierte en lágrimas que espero que sean de felicidad… al menos eso es lo que deseo.
No permitas que la idea de cercanía te prive de encontrar toda esa magia en tu propia tierra. No lo pienses más y acércate a compartir los sueños de El Hierro.

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