lunes, 14 de febrero de 2011

ISLANDIA, SUEÑOS DE HIELO Y FUEGO

Autor: María José Espinosa





 Islandia suena a misterio, a tierra salvaje que espera ser descubierta y, en cierto modo, así es este país: misterioso por los secretos que encierran sus maravillas geológicas y salvaje por contener una naturaleza indómita moldeada a través de los tiempos por el hielo que cubre parte de su territorio y por su corazón de fuego.

¿Sabías que la palabra géiser viene de Geysir, una de las surgencias de de agua hirviendo que emerge de las planicies islandesas? ¿Y que el primer Parlamento que hubo en el mundo se creó en esta isla? ¿Y qué la capital de estado más al norte del mundo es Rejkyavik?



Son sólo unos datos anecdóticos de un país fascinante, ideal para visitar durante el verano, estación en la que el día “dura” 22 horas. Sí, casi un día entero para no perderte nada, porque luz, desde luego, no te va a faltar.

Primero te encuentras con una ciudad, Rejkyavik, completamente distinta a cualquier otra capital del mundo. Nada de grandes rascacielos o zonas masificadas, al contrario, es el sitio ideal para dar tranquilas caminatas por sus amplias calles, entre casas pintadas de colores alegres, por sus parques o su paseo marítimo. Y, como Islandia es tan especial, ya en la ciudad encuentras oportunidades únicas como bañarte en una playa termal o disfrutar de una comida en la cúpula giratoria del Edificio Perlan donde, además de probar la gastronomía local, puedes empezar a familiarizarte con los fenómenos geológicos de este país gracias a su géiser artificial.

Y después viene lo más asombroso de Islandia: su increíble naturaleza. Pareciera que todas las fuerzas de la tierra se hayan unido aquí para ofrecer a los visitantes los espectáculos más impresionantes. Manantiales en ebullición, cascadas con caídas de hasta 30 metros, los mayores glaciares de Europa, pozas termales, chorros de agua hirviendo que escupe la tierra cada cinco o diez minutos hacia el cielo islandés y la única grieta que separa dos placas continentales que se puede ver por encima del nivel del mar.

No hace falta ser un gran deportista para disfrutar de todo esto, pero si tienes espíritu aventurero también puedes hacer travesías por los glaciares, alquilar un 4x4 y adentrarte por sus planicies en busca de ríos y manantiales volcánicos, ascender a la cima del volcán Hekla, si su actividad te lo permite, navegar en una laguna glacial…

Y si te atreves con el frío, en invierno el cielo islandés se cubre de luces fantasmagóricas y de brillantes colores dibujando las conocidas y, no por ello menos impresionantes, auroras boreales. El 2011, cuentan los expertos, es un año excepcional para ver este tipo de fenómeno porque se da la mayor actividad solar en once años. ¿A qué esperas?
Lo mejor de todo es que Islandia se adapta a distintas necesidades. Por ejemplo, si no tienes muchos días, en la región del sur, dentro de un área relativamente pequeña,  tienes la posibilidad de visitar glaciares, cascadas, balnearios termales y, cómo no, el espectáculo inigualable de un géiser: primero verás una burbuja gigante de un intenso color azul turquesa que se convierte, en unos segundos, en un chorro que pretende tocar el cielo. Vale la pena experimentarlo.
Y si cuentas con más tiempo, puedes, además, llegar hasta la región del norte, donde encontrarás campos de lava, fumarolas, solfataras, volcanes de lodo y podrás avistar ballenas desde Húsavik. Otra opción, al sureste de la capital, es el bosque de Thor, situado entre glaciares y salpicado de gargantas, cañones y ríos.

No hay duda. Islandia te espera, no te lo puedes perder.